Si hay un matrimonio perfecto, ese es el de las 24 horas de Le Mans. No pasa ningún año sin que nuestros votos y nuestro amor se renueven.
Hemos pasado por épocas doradas y por épocas difíciles... Pero nada nos puede arrebatar esas preciosas 24 horas, en las que vivimos en primera persona la montaña rusa de emociones y desgracias de la carrera.