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En 1974, un grupo de rebeldes de Volkswagen, encabezados por el jefe de prensa, Anton Konrad, elaboró ​​un proyecto secreto con la esperanza de crear una versión deportiva del Golf. A pesar de que no había un mandato oficial para desarrollar el pariente deportivo del Golf, el miembro del consejo de administración de Tecnología, Hermann Hablitzel, siguió adelante con el plan evasivo. Después de unos pocos prototipos, Hablitzel y el equipo estaban listos para presentar el proyecto. En marzo de 1975, el presidente del consejo de administración, Toni Schmücker, dio luz verde al Sport Golf.

Con ganas de estrenar el coche en el Salón Internacional del Automóvil de Frankfurt en septiembre, el equipo de Volkswagen decidió pisar el acelerador y acelerar el proyecto. Después de instalar un motor de inyección de combustible de 1,6 litros que producía 110 caballos de potencia y aceleraba de 0 a 60 mph en menos de 9 segundos, el coche estaba casi listo para salir de su escondite. Al mismo tiempo, Gunhild Liljequist se unió al equipo y se decidió por el legendario interior de tartán. Ahora, solo faltaba una cosa... ¡un nombre! Se barajaron TS y GTS, pero al final ganó el GTI.

Si bien hay muchas características que nos encantan del GTI, la instalación del motor de inyección de 110 CV revolucionó el rendimiento de los autos compactos. El GTI, la madre de los hatchbacks deportivos, se ganó su lugar en la historia.