Nacido en 1923, Carroll Shelby comenzó su carrera como piloto de carreras, conquistando pistas y dejando un reguero de victorias a su paso. Sin embargo, el destino tenía otros planes cuando una afección cardíaca truncó su carrera como piloto. En lugar de rendirse, Shelby canalizó su pasión hacia la construcción de automóviles.
En la década de 1960, Shelby fundó Shelby American Inc. y se dedicó a crear vehículos icónicos que se convertirían en leyendas. Transformó un humilde Ford Mustang en los poderosos Shelby GT350 y GT500, inyectándoles mejoras de rendimiento que hicieron que los fanáticos de los autos de gasolina hipotecaran sus casas.
Pero Shelby no solo se centraba en la potencia bruta y la velocidad. Sabía que el manejo y la aerodinámica eran igualmente cruciales. Por eso unió fuerzas con el fabricante de automóviles británico AC Cars para crear el Cobra, una potente combinación de músculos estadounidenses y delicadeza británica, que atraía miradas y dejaba a los rivales atrás. Era potencia, agilidad y apariencia, todo en uno.