En el bando opuesto del gran conflicto se encontraba Adolf Galland, un genio táctico, un célebre as de la aviación y una de las figuras más francas y respetadas de la Luftwaffe alemana. Su máquina, el Messerschmitt Bf 109, fue la columna vertebral del arma de caza alemana durante toda la guerra, un testimonio de su diseño revolucionario.